04 marzo 2009

Mañana Oscura.

La mujer mira al espejo contemplando su aspecto actual. Se acerca más al espejo tratando de encontrar entre sus poros a la niña de quince, a la chica de veinte.

Se toma un rato. Espía los contornos y el detalle de los puntos.

Esa mancha.

La otra.

Las dos líneas finas que cortan sus ojeras. Ojeras pequeñas pero espesas, que, como sospecha, crecerán rápidamente. Mira por la ventana del cuarto de hotel, que da a un parque.

Se siente densa. La luz que cae de afuera es como oscura. Retrocede.

Pero nada, ahí está ella (prueba es el espejo).

Y no tiene nada más que un sueño y una misión.

Lo primero es más una pesadilla, que en la última semana es lo único que conoce.

Y luego, al final de esa pesadilla, la aparición de un personaje que en comparación, es un mal chiste. Ella no sabe para nada quién es o quién había sido, pero el sabor amargo de su saliva le hace torcer los labios en una mueca frente al hombre. De arranque le parece el personaje karateca de Carlos Alcántara en La Gran Sangre, con su gabardina negra de cuello nerú.

Si solo pudiera recordar mi nombre.

Él le ha dado un nombre.

Ella sospecha que es falso.

Ella lo mira, con la ropa sucia y pegada al cuerpo y el pelo hecho una mierda.

Él le dice que la ha buscado.

Ella pregunta, ¿qué me ha pasado?

Él la mira. ¿No recuerdas?

No.

Él le da una mochila y una dirección en un papel. Vas ahí, y esperas.

Y ahí está, mirando por la ventana del cuarto de hotel, frente al parque Kennedy. Todo bien hasta ahora. ¿Alguna vez habré estado aquí?

Le dan unas ganas alucinantes de meterle un cabezazo al espejo. Cada vez que intenta dormir no puede evitar volver a la pesadilla de la bomba, de las calles de Miraflores llenas de humo, el cuerpo de una niña cayendo de un edificio. (Ha buscado. Ha visto televisión. Ha leído periódicos. Ni rastros de su bomba.)

Cuando despierta de eso, y se encuentra en la madrugada con el inofensivo techo del cuarto, no puede dejar de pensar en Pesadilla en Elm Street, Los Cuentos de la Cripta, la Dimensión Desconocida y Escalofrios, todo a la vez.

Puta madre, se dice. ¿En que ficción de mierda estoy metida?

Ha vaciado la mochila y en ella hay dinero, pasaporte, DNI y una pistola automática (una Mosquito de Sig Sauer).

Coger el fierro le sienta bien, pero debe reconocer que no está muy segura de poder disparar.

Quiere salir. Buscar. Pero escucha la voz del hombre. Esperar.

Prende la tele. En el pasaporte y el DNI tiene el mismo nombre, y la edad, 26.

Seguro?

Se rasca la cabeza y encuentra una herida. Fuck. Regresa al espejo. 8 fucking puntos detrás de la oreja derecha.

Recontra fuck.

Se quita la ropa y se revisa. No encuentra nada más.

 

Suena el teléfono.


http://elmonstruoenlapileta.blogspot.com/2009/03/la-manana-oscura-continua.html )

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