29 mayo 2009

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19 mayo 2009

otro lado.

Fulmún. Fulmún.
Esta vez algo si ha pasado.
Abre los ojos.
Ha sentido los jaloneos que lo sacan de la pista y lo sientan en la vereda.
No hay aire.
De un golpe se para. Respira.
No hay nadie.
No ve a nadie.
Y además, está en otro lugar.
Esto es diferente.
Está cubierto de polvo.
El piso es de tierra.
Esto es… otro lado.

Fulmún, ¿a dónde te has transportado?

16 mayo 2009

paré (pero no me detuve.)

otra luz.

Cometa se detiene. La música se detiene. Empieza a escuchar gritos. Alaridos. Se detiene a escuchar los sonidos elementales. Quiere saber, qué dicen. Es un loco, varios locos, hay un pito.
Los mensajes son ilegibles, los borra de su mente al instante.
Desaparecen. No tienen sentido de continuidad. Está desubicado. Se sienta en una banca y se coge el pecho. Una voz dulce le habla dentro de él. Se asusta un poco.
De dónde viene esa vocecita, tan conocida y anhelada.
Busca el momento en que la oyó por última vez, días, semanas. Meses. Meses. Cabecea con un poco de rabia.
Meses.
De adentro, desde el fondo. El parque se vuelve blanco.
La vocecita lo llama. Hay un intenso olor a mar.

06 mayo 2009

pasos de la tarde.

está en tu hermosa cabeza
y yo no se adónde va
adónde está

está todo en tu hermosa cabeza
y yo no se dónde está
por cuál camino se va
cuando cierras los ojos y me dejas sola

está todo en tu cabeza
el lugar donde construyo los castillos
donde fumo los cigarrillos
donde paso las horas procurando
no dar muchos pasos para no estorbar.

electricidad.

El sol quema mientras camina. La mezcla de tormenta y desierto lo difumina. Parece que todo fuera a caerle encima, caen los edificios, caen los postes y las líneas de cable, la electricidad se libera contra el techo de los carros. Fulmún está perdido. Y no es una certeza que le sea propia. Ni siquiera se pregunta dónde está. Luego no puede ver. Desaparece.
Ahí va Fulmún de nuevo. Camina a veinte centímetros del suelo. Por un momento es un dios que se vuelve todo. Explota una, dos, tres veces. Baja la intensidad.
Toca la vereda con la punta de los pies. No hay nadie alrededor. Abre los brazos. Todos los cables sueltos se dirigen hacia él como la fuente. La tensión se renueva y sube más alto. Vuelve a explotar y luego cae desde medio metro abajo.
Fulmún no se mueve.

cuarto cambio.

05 mayo 2009

huevito.

Sóneli ha llegado hasta la cocina. Pone el agua a calentar, alcanza su taza. Escoge una bolsita de una caja. Sirve el agua, deja caer la bolsita. Se frota los ojos, caen varias pestañas. No está preparada para el día de hoy. No lo está.
Sóneli sonríe pensando en sus clases, en sus profes, suele recordarlos. No es que fuera más fácil, era simplemente. Era simplemente, se iba dejando ser año tras año, esperando por el gran momento, la gran salida, mientras se andaba de latido en latido.
No es que esto estuviera mal.
Era como ser la cáscara del huevo al que se le ha hecho un huequito por debajo.
Vacío. La gran venida de la vida parecía llevar a la nada.
Y si era lo mismo que estar muero, ¿qué?
El despertador suena en su cuarto. Sóneli vuelve a sonreír.

03 mayo 2009

cuarto malo.

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cuarto bueno.

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discoteca.

Cometa está esperando. Cometa está sentado sobre el murito de ladrillos. Cometa está mirando el mar. Cometa regresa al edificio. Sube corriendo a su casa y prende una pava mientras recoge boxes y cds sueltos. Está tarde para el trabajo. La discoteca donde pone música está a escasas cuadras de su edificio, en Larcomar. Rendido ante el impulso, cae sobre un sofá a terminar la marihuana. Mira a lo lejos el cajón con unos billetes que salen, llamándolo. “Llévanos, Cometa” él sonríe. No los necesita hoy. No le importa llegar tarde. A Cometa lo han contratado por su fama. Porque tiene el mejor gusto y el mejor oído.
A Cometa le han pedido que trabaje. Cometa se ríe. Siempre pasa lo mismo.
A él no podría importarle menos. El dinero está ahí, pidiendo que lo lleve, y el no lo necesita. Trabaja en la discoteca porque le gusta la música, de la misma manera que le gustaba fumar, ver videos, y a veces también dibujar. Cometa casi siempre sonríe, siente la chacosería aflorarle. Le parece un chiste. Estar ahí. Le parece un chiste su suerte, su desapego. Con la misma sonrisa sale del departamento, sube al ascensor. En él está su vecino Fulmún. Le sonríe. Fulmún dispara una mirada gélida. “Quieres un trago?” , le pregunta. “ok”, responde Fulmún. Caminan a la discoteca.

01 mayo 2009

camino.

Las cosas se levantan sin querer en el cuarto de Sóneli. Un pisapales, una taza. Pequeños detalles, se mueven los clavos y se caen los cuadros. O salta el pestillo de la ventana. Entonces se asoma. O se abre la puerta de su cuarto y entra la luz de afuera. Entonces se baja de su cama y camina descalza sobre la alfombra. Su departamento es grande, tiene dos pisos y una terraza (bueno, otro piso más). Está siempre desierto. Le hace pensar en un yate varado, con todo de madera. Espera que aparesca un loco con motosierra de la nada.
Lo espera de veras. Camina silenciosamente casi sin levantar los pies, siempre lista para el salto, lo imagina de muchas maneras. Casi no respira hasta llegar a la cocina.