01 mayo 2009

camino.

Las cosas se levantan sin querer en el cuarto de Sóneli. Un pisapales, una taza. Pequeños detalles, se mueven los clavos y se caen los cuadros. O salta el pestillo de la ventana. Entonces se asoma. O se abre la puerta de su cuarto y entra la luz de afuera. Entonces se baja de su cama y camina descalza sobre la alfombra. Su departamento es grande, tiene dos pisos y una terraza (bueno, otro piso más). Está siempre desierto. Le hace pensar en un yate varado, con todo de madera. Espera que aparesca un loco con motosierra de la nada.
Lo espera de veras. Camina silenciosamente casi sin levantar los pies, siempre lista para el salto, lo imagina de muchas maneras. Casi no respira hasta llegar a la cocina.

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