06 mayo 2009

electricidad.

El sol quema mientras camina. La mezcla de tormenta y desierto lo difumina. Parece que todo fuera a caerle encima, caen los edificios, caen los postes y las líneas de cable, la electricidad se libera contra el techo de los carros. Fulmún está perdido. Y no es una certeza que le sea propia. Ni siquiera se pregunta dónde está. Luego no puede ver. Desaparece.
Ahí va Fulmún de nuevo. Camina a veinte centímetros del suelo. Por un momento es un dios que se vuelve todo. Explota una, dos, tres veces. Baja la intensidad.
Toca la vereda con la punta de los pies. No hay nadie alrededor. Abre los brazos. Todos los cables sueltos se dirigen hacia él como la fuente. La tensión se renueva y sube más alto. Vuelve a explotar y luego cae desde medio metro abajo.
Fulmún no se mueve.

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