Y así, con mucha suerte, Fulmún llegó al borde. Quién sabe porqué diablos estaba esa rampita empotrada contra el barranco, como una tabla de pirata a la nada. Hasta ahí había llegado Fulmún. Se veía la cruz del Morro a la izquierda, la Punta a la derecha. Luego de sentarse en el filo del borde, empezó a balancear las piernas, como si estuviera en un columpio, en el jardín del club, como si quisera volar. Siempre volvía a los mismos puntos, a los mismos verdes y los mismos sueños. Porque al final siempre terminaba comenzando, y siempre comenzaba cosas nuevas. Como esta canción. Como la que viene. Luego se rió de la tía que dice que se quiere fumar las cenizas de Kurt Cobain. Trató de imaginar 37 maneras de fumar ceniza y ninguna imagen lo convenció.¡Nunca tanto!
Hasta ahí llegó Fulmún.
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