12 febrero 2009

(Verano del 2008) I

Acá abajo, las luces titilan en los cerros, similar.

Pero no se siente nada. Yo que me quejaba tanto del soroche, del dolor, pero ahora, aquí, no se siente nada. Por la ventana titilan las luces en forma de cerro, pero no pasaría ni una estrella fugaz. Despierto sobre un sofá viejo, con la misma ropa de ayer, aún con ropebaño, abrazada a un cojín rojo, y ni idea. ¿Es este el principio o es el final?

Es una voz la que ahuyenta mis sueños. Desayunamos una Bembos al mediodia, que saboreamos con nostalgia adelantada. Salimos a las 3 de la tarde. Este bus nos lleva a Desagüadero, pero para eso faltan mas de 24 horas.

No recuerdo haberme bajado del otro bus. Aún huelo a Hawain Tropic 60. Las voces aún me despiden cerca de la playa.

Despierto en la mitad de algun momento. Estoy en una cama o en un bus? Una luz me deslumbra por la ventana del segundo piso... un flashaso me deja ver el cartel llegando a Chimbote. Estrellas techan el cielo. Alumbra la Luna. Ya no puedo dormir, solo me queda esperar las horas para poder conocer todo eso que me espera. ¡Desconocido!! No quiero dormir, quiero ver, pero está todo oscuro. El viaje al norte es suave, recto, sin sobresaltos. He llegado alguna vez hasta Lambayeque, y solo tengo una idea, una pequeña imagen ilusionaria, un brochure referencial.
Pero, ya, lo quiero ya!!


Feliz día de la amistad y la juerga.
Es día de San Valentin y es así como me doy cuenta que ha llegado hace catorce días de vuelta. Estoy al final, antes del principio, me siento difuminada y esparcida. Inquieta, arrebolada. ¿Emocionada? Preocupada.
Bah.


Sueño, sonambula, trato de abrir mis ojos, mis parpados estan pegados, la angustia es infinita. Pataleo, lucho: luego una figura se inclina sobre mi, sobre mi cara, se apoya en mi derecha, luego mi izquierda. No puedo respirar, no puedo abrir los ojos. De pronto se cierra toda conciencia y me estoy moviendo. Es el bus que sale de un tunel que se convierte en un puente sobre un rio inmenso, donde todo es verde, donde hay palmeras y arboles y garzas de patas largas y campos de arroz, a las afueras de Sullana.

No puedo pensar, no existe nada en mi cabeza mas que el verde, el celeste, el blanco... No quiero esperar a bajar, quiero oler el mar. El sol me quema la cara, las ganas, mis pies quieren levantarse después de 17 horas de viaje. Mis piernas se estiran, tensas, buscan espacio, se estiran, se estiran, todo mi cuerpo parece que me voy a salir... No estoy en el bus. No estoy en la playa. Hasta que despierto. Buenos dias día de (mierda).


Antes era a ti a quien buscaba para huir, ahora huyo de ti. Antes corría a buscarte y ahora no puedo ir a casa, ahora estoy aca, buscandome. Anoche me fui a una fiesta, un concierto tro-pi-cal, a bailar, para no volver. Anoche buscaba alguien a quien buscar. Anoche añoraba el olor del mar, la sal, salir de un tunel que se convierte en un puente, bajar del bus bajo el sol radiante de la linea ecuatorial, rescatar maletines, subir a mototaxis. Extraño la acción de llegar, la tierra, las poltronas. Extraño la marea alta, las gaviotas y el momento en que descubri un zancudo conchudo chupandome el brazo. El subir y bajar de mi piel, el llenarse su panza de rojo. Extraño no fumar, extraño mi estomago ligero y relajado. Sin angustia, sin nubes. Anoche en la fiesta saltaba y saltaba y saltaba. Esta de moda.


Por un momento la nostalgia me esta ganado, por un momento mi insignificancia me sobrecoge, por un momento me paso horas mirando por la ventana, buscando Máncora. Ahora las puestas de sol simulan lo que fue.
Antes eras tú, ahora ya no es nada.
Antes eras tú, ahora es un recuerdo.
Abrazo mis piernas, me quedo dormida.


Despierto y veo la punta de la cortina volando sobre la cama.
El sol.
Arenita, marea baja, destellos en las pozas. "Depredo"
Meto todo el brazo hasta alcanzar la concha nacarada que veo al fondo. Me mojo la ropa, cierro los ojos al alcanzarla, abro los ojos, estoy echada sobre la arena, pelicanos y fragatas cruzan vuelos, gran trafico norte-sur. No estoy permitida de pensar nada, estamos de vacaciones. Al llegar, hemos corrido y tirado las mochilas como sea: a la voz de "el mar" saltamos sobre la orilla. La marea estaba alta y las olas nos golpeaban en la cabeza, nos aferrabamos a las rocas. Regresamos arenados. Volvemos al mar luego. Y después también.
Los almuerzos son preparados con esmero, no nos sentamos a la mesa antes de las 4 de la tarde. Pescados, frutas, cafe y aire. Aire. No recuerdo nada antes. Que fuimos llegando en buses consecutivos. Primero algunos y después los demás. Ibamos pidiendo desayuno.


La mañana despunta con un grito de liberación. Otra vez, se van unos, llegan otros, no puedo dejar de mirar al cielo y sorprenderme cada vez que los pájaros pasan. Estoy echada esperándolos, casi todo el tiempo. También están las pozas, está bañarse, está jugar. Está la piscina, y está Gato. Está ya la mitad del tiempo pasado. Estamos aquí, pero tendremos que regresar. Para algunos el retorno significa ir mucho más lejos: yo estoy aquí, no recuerdo nada antes, no sé nada después. Caminamos por la playa por decenas de minutos y todo va cambiando, la playa va entrando en si misma. No acaba nunca. el sol cae cada y vez y yo nada, solo lo miro. ¿y tú, dónde estás?
No lo pregunto, ni lo menciono, quiciera que estes aquí, en mi cabeza. Me reclino sobre la poltrona y cierro los ojos. Salen los grillos, arrullan. Cierro los ojos y me quedo dormida.


Despierto de nuevo, doblada sobre mi misma, sudada encima del sofá blanco. ¿es el principio o es el final?

En mi sueño nevaba, pero yo estaba dentro del aeropuerto. Ahora ya no es un sueño, es un recuerdo, mientras trato de cambiar de posición sin romperme en pedazitos.
Afuera nieva, y yo estoy parada frente al mapa del aeropuerto. Hay un pequeño punto que señala en varios idiomas: You are here/ Sie seid hier/ Usted está aquí/ Tu est la, etc. Estoy parada en medio de una sala del tamaño del food court del Jockey Plaza, pero más grande, más alto y de más pisos. En el mapa, mis 16 años, mi pasaporte, mis caterpilars y mis maletas, son ese pequeño punto, ínfimo, en el inmenso aeropuerto de Frankfurt. El lugar es gigante, tan solo como una idea, afuera es de noche y nieva. Salgo.
"Salir". Sigo estando dentro del aeropuerto, pero ahora estoy bajo la nieve. Nadie que me diga que me voy a enfriar. El olor de la nieve es algo emocional, indescriptible, algo que despierta todos mis sentidos y dice "yo conosco esto". Me molesta un poco no recordarlo. Yo conosco este olor, este frio, esta textura. Pero el cómo, el recuerdo, se escapa de mi.
Para ahora no queda mucho de aquel viaje, hace 10 años. Como la nieve que se derrite, y el hombre de nieve que se desmorona. Queda el olor de la nieve, claro entre mis fosas nasales. Quedo yo, sudando, adolorida, sin entender muy bien como no se derritió la nieve de mi sueño.


El almuerzo de hoy se va haciendo, aromando el unplugged de Dylan. He corrido las cortinas a la una y media de la tarde. Muertos de hambre, una chica, un gato y un perro, observan atónitos los movimientos del cocinero. Miro por la ventana el colorido sin sentido, aquí solo llegan los susurros de paloma. La realidad tornada, demasiado bien, no sé si sueño.

No hay comentarios: